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Fuera de pista: el lado más salvaje del esquí

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Esqui.com

Fuera de pista: el lado más salvaje del esquí

Los esquiadores (como todos los deportistas), conforme vamos ganando práctica y mejorando la técnica, queremos más: un nuevo reto, otro escenario, aprender otro movimiento. En algún momento acaba picando el gusanillo del fuera de pista o freeride. ¿Es tan complicado como parece? ¿Es una modalidad que solo debe practicar la elite? ¿Dónde y cómo podemos empezar a practicarlo?

 

En primer lugar concretaremos que el esquí fuera de pista pude practicarse en diferentes terrenos que requieren dominar niveles de esquí muy diferentes. Quizás te asuste solo de pensarlo si te vienen a la cabeza los vídeos de descensos de vértigo de Kilian Jornet. Pero existen lugares sencillos donde iniciarte en el freeride e ir ganando confianza y recursos para luego lanzarte por terrenos más agrestes.

 

Un fuera de pista muy fácil donde empezar a practicar son los laterales de las zonas preparadas (pistas de esquí de las estaciones). Con un mínimo de dominio del esquí ya se pueden realizar estos descensos; hasta un principiante puede hacerlo en las pistas verdes o azules con nieve en polvo recién caída y con la tranquilidad de hacerlo en un entorno seguro. Pregunta, primero, si en la estación está permitido hacerlo.

 

La evolución natural de este tipo de freeride serían las grandes áreas, fuera ya de las pistas, que siguen bajo el control de las estaciones. Ya empezamos a tener la sensación de entrar en terreno salvaje y comienza a ser emocionante... ¡Cuidado! Aquí el peligro es bastante mayor por un sencillo motivo: nos sentimos seguros por continuar en el perímetro de la estación de esquí y eso puede empujarnos a ser más valientes y a cometer más imprudencias. En el esquí, como en cualquier deporte de montaña, siempre hay que ser prudentes.

 

Las estaciones de esquí suelen estar permanentemente vigiladas y tener control de avalanchas, pero los terrenos que quedan fuera de pista no están tan controlados y, admitámoslo, son un espacio peligroso. Corremos el riesgo de provocar un alud o de chocarnos contra una roca o árbol que no preveíamos. Como esquiador deberías saber que la nieve puede variar sus características a lo largo de un mismo día, y lo que por la mañana era un placer para los esquís, por la tarde puede convertirse en un campo de huellas y piedras ocultas.

 

Por último, el esquí fuera de pista más peligroso sería deslizarse por montaña abierta. Lógicamente esto solo queda reservado para los esquiadores con muchos años de práctica y conocimientos y con recursos para ir con el material adecuado. No es lo mismo deslizarse fuera de la zona balizada de una estación de esquí, por la que luego puedes subir con remontes, que una montaña que primero deberás coronar a patita, cargando con todo el material necesario. Como ves, la exigencia física es mucho mayor.

 

En montaña abierta necesitaremos los reflejos necesarios para saber reacciones ante los contratiempos que pueden surgir en este tipo de entornos. La mejor manera de prepararse para que los imprevistos sean más predecibles es comenzar en fueras de pista más sencillos.

 

En resumen: fuera de pista sí, pero con control, prudencia y evolucionando progresivamente y sin prisas. El peligro siempre está ahí, como lamentablemente nos recordó a todo el mundo el heptacampeón de Fórmula 1, Michael Schumacher, cuando en 2013 un accidente esquiando fuera de pista en Méribel (Alpes franceses) le dejó en coma varios meses y le retiró definitivamente de la escena pública.

 

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