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Cómo escoger palos de esquí

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Cómo escoger palos de esquí

Ya has esquiado más de una vez y te has convencido de que sí, te gusta este deporte, y has llegado a él para quedarte. Cansado de tener que ir a la tienda de alquiler de material para alquilar los esquís y después mirar los horarios de cierre para devolverlos a tiempo, has decidido hacerte con tu propio equipo. Enhorabuena, ¡ya eres un esquiador más!

Le solemos dar mucha importancia a las botas y a los esquís, porque la tienen: de ellos depende que esquiemos cómodamente y que tengamos unas palas que nos permitan avanzar a nuestro ritmo y sin más complicaciones de las necesarias. Ahora bien, ¿qué hacemos con los bastones? ¿Valen unos cualquiera? Lo cierto es que los palos de esquí también tienen unas características propias que debemos tener en cuenta a la hora de comprarlos -e incluso, de alquilarlos-. No deberíamos infravalorarlos ni elegirlos únicamente por su precio y por su estética, ya que son fundamentales para ayudarnos a movernos sobre los esquís y para mantener el equilibrio en las pistas. Así que no te pierdas esta guía para elegir los bastones para esquiar.


 

¿Para qué son los bastones de esquí?

Antes de elegir qué tipo de palos de esquí queremos y necesitamos, tendremos que saber lo más básico: ¿Para qué sirven? En primer lugar, hay que decir que sirven para algo tan básico como evitar pequeñas inestabilidades que podemos experimentar esquiando; sus puntas afiladas nos permiten apoyarnos sobre la nieve y mantenernos estables sobre los esquís, también cuando hay nieve compacta o cuando estamos sobre hielo.

Además, si estamos en terreno llano, los bastones son muy útiles para empujar y ayudar a deslizarnos sobre la nieve. Por ello, son básicos en el esquí nórdico o de fondo. Por otro lado, para descender por laderas y por pistas, los bastones son necesarios para mantener mejor el equilibrio; al clavarlo, podemos pivotar alrededor de él y curvarnos de una manera más natural.

 

¿Cómo es un bastón de esquí?

Una vez que ya sabes para qué son necesarios los palos de esquí, vamos a ver cómo son. Empezaremos viendo las diferentes partes que los componen, porque no es un palo y ya está que tengamos que elegir solo por su tamaño y por el color que más nos guste.


Dragoneras

Son las cintas que salen de la empuñadura de los palos de esquí, ideales para cogerlos bien. Hay bastones con agarres definidos, y otros, con las dragoneras desmontables. Algunas se sueltan automáticamente en caso de caída, lo cual va muy bien por seguridad, para no quedarnos "atados" a los palos y evitar lesiones. En todo caso, los que esquían fuera de pista no deberían usar dragoneras, para poder desligarse de los bastones rápidamente en caso de tener algún accidente o de necesitarlo frente a algún imprevisto.

Protectores

No todos los bastones los tienen y, normalmente, se añaden de forma complementaria. Son especialmente usados por los esquiadores que practican slalom, ya que ayudan a proteger las manos en caso de darnos un golpe con algún obstáculo durante la prueba. Es algo que, en principio, si somos esquiadores de base, no debería preocuparnos.

Empuñadura

Una parte de los palos de esquí en la que nos tendremos que fijar bien, porque de ella dependerá que sean más o menos cómodos mientras estemos deslizándonos sobre la nieve. Hay empuñaduras específicas para hombres, mujeres y niños, con diámetros más pequeños y que se adaptan mejor a sus manos. Veremos que las que son más ergonómicas y se adaptan muy bien a la mano, también encarecen el precio de los bastones.

Tubos

Para entendernos, hablamos de la parte alargada de los palos. Son de aluminio o, los más caros, de composite de fibra de carbono, que tienen peso pluma y garantizan un gran equilibrio, además de ser muy resistentes; de su composición dependerá también el precio. En el caso del aluminio, guíate por estas medidas: 5083 equivale a ligero; 5086 es sólido y ligero; y 7000 o más son de buena resistencia, además de ligeros y equilibrados. Si vamos a practicar freeride, tenemos que optar por unos tubos con más diámetro y más sólidos. Si vas a una tienda especializada quizás veas bastones de esquí con el tubo curvado: de momento olvídate de ellos, ya que son específicos para competidores de disciplinas de gran velocidad y slalom. En el futuro, ¡quién sabe!

La arandela o roseta

Es la parte final que tienen los palos de esquí, antes de llegar a sus afiladas puntas. Las hay grandes, ideales para esquiar sobre nieve profunda, porque evita el hundimiento; pequeñas, que bastan si únicamente esquiaremos por pistas con nieve pisadas; y de tamaño medio, que son más versátiles y rinden muy bien en casi todos los terrenos.

 

¿Qué tamaño necesito para los bastones de esquí?

De la misma forma que las palas de los esquís, el tamaño de los palos dependerá de la altura del esquiador o esquiadora. Hay tablas con equivalencia entre altura de la persona y altura de los palos que necesitaremos,y que seguramente tendrán en tu tienda de confianza.

Ahora bien, también hay trucos de toda la vida: pon el bastón al revés, con la punta hacia arriba, sujétalo por la arandela y mantén los brazos pegados al cuerpo; los esquiadores que practiquen esquí alpino o en pistas deben formar un ángulo de 90 grados con los codos. Si el brazo queda demasiado abierto, es que el bastón es más pequeño de lo que debería; en cambio, si el brazo está demasiado cerrado, es que el bastón te sobra, es demasiado grande.

Esto no funciona si buscáis palos para esquí de fondo y freeride. En estos casos, necesitaremos bastones de esquí más largos, ya que suelen hundirse más en la nieve porque está menos pisada que en las pistas. Y si piensas practicar esquí de touring, ¿qué haces? Subiendo la montaña necesitarás unos palos más largos para impulsarte con los brazos y porque se hundirán en la nieve; en cambio, al descender, si tienen demasiada longitud son incómodos. ¿Cómo lo solucionamos? Con los llamados bastones de esquí telescópicos, que son ajustables y tienen dos o tres ranuras para acortarlos o alargarlos en función de nuestras necesidades, algo que les da más versatilidad.

 

Un poco de historia...

Ya sabes que el esquí no siempre ha sido un deporte. Antiguamente era, simple y llanamente, un método de transporte en zonas heladas y nevadas, algo que se haría desde hace por lo menos 10.000 años. Y a la hora de moverse con palas sobre la nieve, los palos no siempre se han utilizado. Se sabe que hasta el siglo XIX, muchos de los esquiadores primigenios empleaban un palo muy largo que nada tenía que ver con los de ahora: ni eran de aluminio ni de fibra de carbono, pesarían muchísimo más y lo utilizaban como una especie de timón, para dirigir la marcha, además de para empujarse o frenar.

Podemos decir que el origen de los palos de esquí con la funcionalidad actual data de 1843, año en que unos lapones cogieron dos -en lugar de uno, como solía hacerse hasta el momento- y ganaron una carrera de esquí de fondo. Ocurrió en Tromsø, en Noruega, y desde entonces se ha convertido en un compañero imprescindible en las pistas de esquí.